miércoles, 29 de septiembre de 2010

Batiburrillo

"Batiburrillo" es una palabra que me hace mucha gracia. ¿No os pasa? ¿No hay ciertas palabras que cuando las oís, esbozáis una sonrisa, simplemente por su sonoridad? Pues eso.

Hoy aprovecho esa palabra “irrisofónica” (concepto que no existe, pero que lo propondré a la Real Academia Española cuando me den un asiento) para ofreceros un post lleno de cosas, de temas distintos. Hoy, más que escribir, voy a vomitar la entrada.

Lo primero es que anoche, cuando ya abandonaba mi “cuartel general” (tradúzcase como “la casa en la que escribo, con dos baños, un sofá, una tele, un reproductor de DVD, una mesa, un ordenador con Internet, un sillón de escritorio de Ikea y un montón de basura, botellas de agua vacías y telas de araña”) me llamaron por teléfono para una actuación. Me encanta que me llamen por teléfono y me ofrezcan actuaciones. Más que nada, porque para mí eso significa “trabajo”. Y porque me lo paso muy bien trabajando en los bares con el espectáculo de monólogos.

Es un sitio en el que ya estuve el año pasado y un hombre me dijo lo más bonito que le pueden decir a un cómico. En el descanso entre la primera y la segunda parte, me acerqué a la barra para pedir y el individuo vino y me dijo: “¿Sabes? He venido al bar y estaba chungo. Por problemas personales y un montón de cosas que no voy a entrar a contarte, llevo todo el día dándole vueltas a la cabeza. Y viendo tu actuación ha sido el único momento del día en el que me he reído y se me han olvidado todos los problemas que tengo. Gracias, tío”. Esto fue en Utrera, en un local llamado La Antigua, que el jueves de la semana que viene me acoge de nuevo en su escenario.

Pero no es la única actuación. Mañana jueves actuaré en “Azul Terraza”, un local en Málaga, en la zona del Martín Carpena. Y al día siguiente me voy para Sevilla para ver qué le parece a los señores de Paramount Comedy lo último que he escrito. También me lo paso teta cada vez que voy a Garufa. Podéis encontrar, rebuscando en este mismo blog, entradas escritas hace años sobre lo bien que me lo paso con esa panda de cómicos-amigos sevillanos.

Esto de las actuaciones tiene su parte buena, y su parte buena. La parte buena es que me ayudan a subsistir económicamente, a pesar de que no me quejo por las facturas (de momento). Me gustaría dar un agradecimiento especial en este punto de la entrada a papá y a mamá. Que como bien sabéis, no dicen abiertamente que soy cómico. Pero aún no me han echado de casa. Hace tres o cuatro años, yo no hubiera pensado que podría llegar hasta este punto.

La otra parte buena es que, al acumular actuaciones, me “obligan” a escribir material nuevo. Porque todos sabemos que Alejandro Sanz puede seguir cantando “Y si fuera ella” y lo acogerán con vítores y aplausos. Pero si yo hago la misma hora de espectáculo en el mismo sitio, dos años seguidos, no serán vítores y aplausos lo que reciba. Os lo aseguro.

Después, ayer publiqué en Twitter lo que podéis leer aquí, a vuestra derecha. Eso de que “si no eres capaz de escribir tres minutos buenos, no eres capaz de escribir noventa minutos buenos”. Ahora me estoy refiriendo a guión de ficción, claro está. Y es una frase que ya he oído en varias ocasiones. La primera, cuando estudiaba en Madrid. La segunda, hace muy poquito en boca de un productor malagueño. Y no pueden tener más razón. Así que en eso estamos también, intentando escribir tres folios buenos y “rodables” para demostrar mi valía sobre el teclado. Dice David Seltzer, guionista de Revelations, que “si usted no se está proponiendo escribir algo nunca antes escrito, entonces le está haciendo perder el tiempo a todos”. Últimamente estoy en plan recolector de frases de guionistas, como podéis comprobar. Y creo que es absolutamente cierto. Si cada gag que escribo y ensayo, o cada folio de los guiones cortos que estoy escribiendo, no lo hago intentando que sea lo mejor que se ha escrito en la historia de la humanidad, estoy estafando tanto a los que me contratan como a mí mismo. Nunca he sido un tío ambicioso, pero creo que esto tiene más que ver con la profesionalidad que con la ambición.

El señor Seltzer.

Y por último, algo que he descubierto hace poco. Ayer por la tarde leí en el blog de La Guionista Famélica (también a vuestra derecha) una entrada sobre Buried. Y por la noche, vi a su director, Rodrigo Cortés, en Buenafuente. Pronto me acordé de Rodrigo. No es que lo conozca personalmente, pero sí que he visto cosas suyas. Concretamente Los 150 metros de Callao. Que ustedes lo disfruten.


domingo, 26 de septiembre de 2010

¿Por qué escribimos?

Todos los que escribimos se supone que lo hacemos porque durante mucho tiempo hemos soñado con contar historias. Supuestamente, si no nos hiciera falta para comer, escribiríamos igual. Porque es lo que queremos hacer. Y punto.

Pero esto no es del todo así. Porque por ejemplo, en dos ocasiones he oído a directores que escriben sus propios guiones decir abiertamente que ellos son “guionistas por obligación”, que escriben sus propios guiones porque es el método más fácil y rápido para dar el siguiente paso en la producción de una peli, que es el que a ellos realmente les interesa: dirigir.

En España, además, se suele dar muchísimo la figura del guionista-director. Y no sé, sinceramente, si es porque todos los directores quieren escribir sus propias historias o, por el contrario, si se debe a que todos los guionistas quieren dirigir sus propias películas. Pero sinceramente creo que es lo de menos.

Don Daniel Sánchez Arévalo.

No estoy diciendo con esta entrada que cada persona se limite a hacer una cosa y punto. Hay mucha gente que es muy buena haciendo las dos cosas. Y ahora sí voy a dar nombres. Por ejemplo, a mi me gusta muchísimo Daniel Sánchez Arévalo en su doble faceta de guionista-director. Al contrario que lo que pienso de Robert Rodríguez, Sanchez Arévalo me parece mucho más guionista. Pero no quiere decir que en la dirección no sea uno de los grandes. A mí, su ópera prima Azuloscurocasinegro me parece una de las mejores películas del cine de nuestro país de los últimos años.


Y para terminar, os contaré una batallita. A mí, personalmente, me llama muchísimo la atención dirigir, aunque tengo que reconocer que se me da mejor escribir. En una ocasión, cuando estaba estudiando en la capital del reino, una de las más grandes guionistas de nuestro país, Lola Salvador, preguntó en clase que a quién le llamaba la atención también dirigir. En una clase de guionistas, sólo otro alumno y yo levantamos la mano. A mí me preguntó por qué me gustaría dirigir y le respondí que me daría muchísimo miedo ver cómo un mal director coge una historia que yo he escrito involucrándome en ella al máximo y la destrozara (porque siempre existe esa posibilidad, igual que un buen director podría hacer de tu mediocre guión una obra maestra… esto está más difícil pero también lo creo).

El caso es que creo que la llegué a enfadar. Y nos dijo a todos que lo tomásemos como un juego, que una cosa es la película que nosotros hemos escrito y otra cosa la película que finalmente se ha hecho. Que nos podríamos llegar a sorprender cómo todo lo que representamos en nuestra imaginación se transforma hasta dar lugar al producto final, el producto real… etc. Vino a decirme algo así como que no creía que esa fuera la actitud de un buen guionista, sino que yo estaba más cerca de lo que he dicho antes: el director que quiere escribir sus propias historias.

El guionista John August.

Y por último, me gustaría resaltar que todos los guionistas también escribimos, un poquito, por ego. Es cierto que no tendremos nunca el ego de un actor, y que generalmente (o por lo menos, así es el cliché) el guionista es el ser introvertido que vive en su mundo y se encuentra mucho más a gusto en casa, en una habitación oscura con la luz de la pantalla reflejada en las gafas que frente a la sociedad. Yo no me incluyo en esa descripción porque, al ser cómico, tengo lo friki del guionista pero también algo del actor (seguramente reúno lo malo de los dos perfiles). Pero como leí una vez al gran John August (guionista de alguna que otra cosita como Big Fish o La Novia Cadáver, entre muchas otras): "odio tener que ponerme a escribir, pero me encanta la sensación de haber escrito". Es algo con lo que estoy totalmente de acuerdo. Y creo que dice mucho.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Guionistas-Directores: Robert Rodríguez

Acabo de darme cuenta de que soy un desactualizado de la vida. Porque investigando un poquito por los “Interneteces de Dios” he podido leer un artículo en el que se anunciaba que Robert Rodríguez planeaba ya una peli sobre Machete antes incluso del estreno de Grindhouse.

¿Quién es ese hombre? No, no es de "Pasión de Gavilanes".
Es el cineasta Robert Rodríguez.

Y me explico. Para el que no lo sepa (que seguramente son pocos) en Planet Terror se incluyen algunos tráilers de películas que no existen, rodados únicamente para meterlos ahí. Uno de ellos es el tráiler de Machete (al final de la entrada).

Pero lo que a mí me ha dejado flipado, concretamente, son los santos cojones del señor Rodríguez al hacer, después, LA PELÍCULA Machete. Es decir, el proceso sería, más o menos, que Robert Rodriguez escribe una secuencia para Planet Terror en la que se anuncia una película. Lo rueda y lo monta. Lo ve, y piensa “¡coño, pero si es que me ha quedado guapo y todo!”. Y antes de estrenar Planet Terror, se pone a proyectar Machete ya como largo. Aunque no hay que descartar, también, que no fuese idea del señor Rodríguez y alguien le dijera “oye Robert, ¿y si haces la película esa, que ya tienes el tráiler y todo?”.

Aunque el tráiler no lo tenía. Porque para hacer la película, pero bien, todavía tenía que meter a algún actor que otro, así conocidillo. Yo qué sé… métele, por ejemplo un Robert de Niro, Don Johnson, una Michelle Rodriguez, Jessica Alba, Lindsay Lohan, un Steven Seagal… y ahora sí. Ya tienes la película.

He llamado esta entrada Guionistas-Directores: Robert Rodríguez, porque no descarto hacer más entradas de Guionistas-Directores: El que sea. Digamos que será una especie de sección a la que recurra cada vez que quiera comentar algo sobre un guionista-director. Y he decidido abrirla con Robert Rodríguez por dos razones muy sencillas: primero, porque hace poco que descubrí lo de Machete y, segundo, porque a mí me parece uno de los cineastas más peculiares del planeta.

Y mi intención con esta entrada es comentar que Rodríguez, a pesar de ser un guionista-director (y además, en su caso concreto, también productor-director de fotografía-montador), es más director que cualquier otra cosa. Y mi teoría está avalada por su trabajo. Robert Rodríguez ha dirigido películas que no ha escrito, pero nunca a escrito películas que no ha dirigido, como sí ha hecho, por ejemplo, Quentin Tarantino (es que si no lo menciono en esta entrada reviento… y mira que lo he intentado).

Nunca me he leído un guión de Robert Rodríguez. Pero viendo sus películas se nota que valora mucho más a puesta en escena que la historia que está contando. Es un hombre que piensa en imágenes, y hace sus películas superponiendo imágenes atractivas, potentes, que atrapen… una detrás de otra. Y así construye una historia. Mejor o peor. Pero la construye al final.

Un ejemplo de cómo superpone Rodríguez el poder de una imagen a la verosimilitud: Rose McGowan en "Planet Terror".

Y mucho ojo, no es que como guionista lo esté condenando y me parezca fatal y horrible lo que hace. Me parece absolutamente admirable. Lo considero mucho más director que guionista, pero es que, en mi opinión, es MUY BUEN DIRECTOR. Y muchas veces su apuesta por la prevalencia de la acción se agradece.

Sirva como ejemplo la película Four Rooms. La peli la descubrí una vez en la biblioteca de mi facultad cuando estudiaba la carrera y, los viernes por la tarde me iba a ver qué peli me sacaba para ver durante el fin de semana. Estaba buscando, precisamente, películas de Rodríguez y Tarantino y descubrí que en esta peli estaban los dos. Además, estaban como guionistas, como directores, Quentin también como actor y Robert también como montador… ¿qué más le hacía falta para que me la llevara?

Total, que descubrí que eran historias que sucedían en cuatro habitaciones distintas y, cada habitación, estaba dirigida por un director distinto: Allison Anders, Alexandre Rockwell, Robert Rodríguez y Quentin Tanrantino. Bueno, a todo esto… este es el trailer de Four Rooms.


A lo que iba. Que a mí, personalmente, a pesar de que me suele gustar mucho más las películas de Tarantino que las de Rodríguez, me gustó en Four Rooms más la historia de Robert Rodríguez. Me pareció que tenía un ritmo mucho más vertiginoso y que los acontecimientos pasaban a toda leche volviendo loco al pobre botones. Pero cuando Tim Roth (Ted el botones) llega la habitación de Tarantino (donde lo recibió, espera… ¡Ah, sí! ¡El propio Tarantino!) todo se ralentizó muchisísimo. Y con ese bajón termina la peli.

Ahora, ¿pensáis que el Robert Rodríguez normal es el mismo que hace cosas como Spy Kids? He leído que cuando hizo la primera, fue porque tenía el sueño de hacer una película familiar. ¡¡Pero es que en 2011 ya sale Spy Kids 4!!. A eso le llamo yo cumplir un sueño. Eres un loco, Robert.

Actualización: Os pongo los dos trailers de Machete aquí, porque a lo largo de la entrada me jodían la parte lateral del blog.

Este es el falso tráiler de Machete, incluído en Grindhouse.

Y este es el tráiler de la verdadera película Machete, estrenada este año.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Manu Franco y la perseverancia

Hola amigos. Todos los que os pasáis por aquí de vez en cuándo sabéis que esto es un blog personal, lo que significa que suelo hablar de mi persona. Es muy raro que dedique entradas a otros congéneres de mi universo. Sólo hay dos excepciones: cuando alguien me cae bien y admiro su trabajo, y cuando alguien me toca mucho los cojones. Hoy, afortunadamente, se da el primer caso.

Manu Franco es un tío que, una de las muchas noches que he actuado en la Sala Garufa de Sevilla, se me presentó y me dijo que también era cómico. Le dije que no le conocía pero no era del todo verdad: su nombre ya me sonaba de haber googleado y youtubeado a otros cómicos-amigos sevillanos y haberme encontrado con él. Sinceramente me sonaba su nombre… pero no tenía ni puñetera idea de quién era.

Manu Franco: Cómico y cortometrajista.

El caso es que se me presentó, estuvimos gran parte de la noche charlando (sobre comedia, por supuesto… ¿sobre qué más hablan los cómicos?). Y recuerdo que era la primera vez que, al día siguiente, la actuación la “corregiría” con el cómico Tappy en lugar de con la chica productora de Paramount Comedy con la que solíamos hacer ese trabajo (ahora el “produ” es Tappy).

El caso es que yo no sabía llegar al día siguiente al estudio y, después de mapitas en sevilletas, googles maps en móviles e indicaciones varias sobre líneas de buses circulares, el señor Franco, dijo: “No te preocupes, mañana por la mañana te recojo en el hostal y te llevo al estudio”. Por supuesto, le dije que no lo hiciera, me daba muchísima vergüenza molestar a alguien a quién acababa de conocer sólo porque yo tuviese el mismo sentido de la orientación que una tortilla de patatas en el momento de darle la vuelta para que se haga bien por el otro lado. Pero don Manuel Franco, ante mi negativa, me convenció cómo sólo puede convencerse de algo a un cómico: tocando su ego. Me dijo: “Me ha gustado mucho tu actuación, y si llevándote mañana puedo ver tu monólogo de nuevo, quiero llevarte”.

Manu en plena acción en "La Chocita del Loro" (Madrid).

Al día siguiente, creo que eran las nueve y media cuando mi chica y yo estábamos en una esquina de algún lugar cerca del centro de Sevilla montándonos en un Todoterreno que conducía Manu. Y serían las diez menos algo cuando desayunábamos los tres en un bar que hay en una calle perpendicular a la del estudio, que queda al otro lado del puente que separa la Isla de la Cartuja del resto de la ciudad. El bar está enfrente de una especie de Escuela de Arte Dramático, o algo así. Y se desayuna que es una maravilla.

Manu no pudo entrar conmigo a ver de nuevo mi actuación de la noche anterior, por lo que el viaje lo hizo en valde. Me sentí fatal por eso. Y además, estuvo durante una hora aproximadamente (el tiempo que yo estuve dentro del estudio con Tappy) dando conversación a mi novia en la sala de espera. Luego además, nos llevó a nuestro coche, aparcado en Santa Justa.

Así fue como conocí a Manu Franco. Así fue como empecé a googlear y youtubear directamente a Manu en lugar de a los cómicos que buscaba antes. Y así fue como empezamos a encontrarnos en otras ocasiones y como, la amistad, degeneró en admiración.

Porque sí amigos, yo ADMIRO a Manu Franco. Y sobre todo admiro una cualidad suya que pienso que me falta a mí, últimamente, en todo lo que hago: la perseverancia. Manu tiene muy claro lo que quiere y no parará hasta conseguirlo. Y eso, hoy y siempre, y hagas lo que hagas, creo que es algo para quitarse el sombrero.

El cartel de su último corto: "Kiahewa".

El próximo 18 de octubre, Manu estrena su último cortometraje. Se llama Kiahewa. Apocalipsis Now… y luego ya veremos. Y tiene muy buena pinta. De hecho, anoche estuve en una cena con unos amigos y, en la sobremesa, después de poner en Youtube clásicos como Labatamanta y otras chorradas, me permití enseñarles el trailer. Y, por supuesto, presumí por que es “el corto de un colega”.


Y por si lo que habéis visto os ha gustado, os dejo aquí también su anterior corto: El Cortometrage. Una historia metacinematográfica:


Además, ayer por la mañana estuve youtubeando a Manu, y me encontré con un vídeo a través del cuál lo podréis conocer mejor. Es una entrevista que le han hecho en una cadena local de Sevilla: Visovisión.


Desde aquí Manu, y sabes que de corazón, mucha suerte en todo lo que hagas.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Otra de series: Los Pilares de la Tierra

Anoche, Cuatro estrenó el primero de los capítulos de la miniserie de Los Pilares de la Tierra, el best-seller de Ken Follet. Tuvo 5,1 millones de espectadores y yo fui uno de esos.

El reparto completo de la serie.

La verdad es que los sentimientos eran encontrados. Por un lado tenía muchas ganas de ver a los personajes de la novela que más me ha enganchado de todos los libros que me he leído y, por otro, tenía un miedo atroz a que fusilaran la historia de Ken Follet. Hoy, después de ver lo que los hermanos Scott (Ridley y Tony, que son los que están detrás de esta superproducción internacional) han hecho con la serie, la verdad es que… ni fu ni fá.

Me explico. Creo que, como toda adaptación, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Yo encontré el primer capítulo muy bien en cuestión de ritmo. Me pareció que los acontecimientos importantes se sucedían de manera frenética, algo que está realmente bien, sobre todo en un medio como la tele. Además, aprovecharon perfectamente el hecho de que se basan en un libro que es un tochaco que te cagas. De esta manera, cuando aceleras la acción… voilà! El ritmo que te queda es super televisivo. Bien por ellos.

Lo que no me pareció tan bien fue la manera de trabajar las relaciones entre los personajes. Y también me explico. Obviamente, la serie trabaja con varias líneas de trama. Pero hay determinadas relaciones entre dos personajes que pueden funcionar como nexo entre dos líneas de trama distintas. El principal caso sería la relación entre el Prior Philip y Tom. En la serie, ellos mantienen una relación de jefe (Philip) a trabajador (Tom), pero no va mucho más allá. El hallazgo del hijo de Tom es algo que en la versión para televisión han desvinculado totalmente del Prior Philip y le han encasquetado al monje Johny Ocho Peniques. Por lo tanto, encontré muy fría, muy “laboral” la relación entre el Prior Philip y Tom, hasta el momento en el que, justo antes del juicio contra Helen, el Prior se ofrece al maestro constructor para hablar a favor de la mujer, con la condición de que en cuanto la dejen en libertad, Tom se case con ella. En el momento en el que se produce esa conversación entre los dos personajes, a mí me pareció que estaban entrando en un terreno íntimo en el que ninguno de los dos habían entrado anteriormente. Como se suele decir, no había indicios previos de que entre el Prior Philip y Tom hubiese tanta amistad como para eso. Eso no estaba “sembrado” de antemano.

Helen, Tom y Jack.

Y ahora explico el breve lapsus del párrafo anterior con respecto al hijo de Tom y a Johny Ocho Peniques. En el libro, la relación entre Tom y Philip está reforzada a través del hijo de Tom, a quién Philip acoge y cría durante la construcción de la catedral como si fuese un hijo suyo. Aunque todo el mundo sabe que los curas nooo… (léase esto último con ironía). En fin. Pero en la tele, Philip no le hace ni puñetero caso al niño. El niño está por allí, mientras el Prior se dedica a ascender políticamente en la Iglesia. En mi opinión, ese es el factor que le falta a la versión en tele de Los Pilares… trabajar mejor ese tipo de relaciones, sobre todo para “sembrar” (volvamos al huerto) las secuencias clave de la historia. Y vale, que quizá la que os describía antes no es muy clave del todo… pero a los que hemos sido lectores de la novela, estas cositas nos chirrían.

Y mira que hace poco, en un almuerzo con amigos, estuvimos discutiendo precisamente sobre las comparaciones en las adaptaciones sobre el material original (sobre todo el caso de las novelas) con el producto audiovisual resultante de la adaptación. Yo soy un firme defensor de ver las dos cositas por separado, ya que son dos obras distintas, que utilizan dos lenguajes distintos y, por eso, hay que tratarlas como tal. Pero también reconozco que, quizá, en el caso de Los Pilares… estoy un poquito condicionado por el libro. Porque nunca nadie me enganchó a las páginas de un libro como lo hizo el señor Follet.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Series (im)prescindibles

Antes de nada, me gustaría dar las gracias a todos los que comentan en este blog, porque me dan la vida. A todos los que comentan y, también a todos los que no pueden comentar pero quieren que quede constancia de su seguimiento de éste, mi pequeño rinconcito cibernético, y me escriben correos electrónicos con los comentarios que me pondrían aquí. A todos, gracias.

Pero a los segundos, simplemente decirles que cuando entren en el cuadro de “comentarios”, escriban lo que les parezca, y luego hagan click en “Anónimo”. Después ya pueden clickar en “publicar comentario” y se publicará sin ningún tipo de problema. Simplemente, ponedme en el comentario quién sois (si queréis, si no pues no) y podéis comentar. No hace falta estar registrado en Google.

Dicho esto, cambiamos de asunto. Últimamente estoy viendo muchas cosas. La mayoría, películas. Estoy ahora también empezando a leer más. Anoche, por ejemplo, me bebí una novela. Y lo hice porque quiero empezar a leerme otra. Soy algo así como un absorbedor de historias.

Estoy siguiendo una serie también. Un clásico de la televisión que no había visto hasta ahora. Me estoy viendo 24. Hay muchas cosas que veo porque me obligo a mí mismo. Porque pienso “no puedes pretender ser guionista sin haber visto (rellénese aquí con los productos audiovisuales imprescindibles de cada uno)”. Pero 24 la estoy viendo por hobby. Es más, ni siquiera fue iniciativa mía ponerme a descubrir las peripecias de Jack Bauer. Fue cosa de mi señora. Pero si te digo la verdad… me está gustando mucho.

El señor Jack Bauer.

El caso es que está claro que todos los que pretendemos vivir de la ficción, “necesitamos” una cultura audiovisual, digamos, por encima de la media. Recuerdo perfectamente en clase a un productor de televisión explicándonos que, por su trabajo, él no podía permitirse el lujo de que algo se emitiera por primera vez en televisión y no verlo. Porque de ello dependía su trabajo. Necesitaba tener una cultura sobre todo lo que se había hecho pero, también, necesitaba estar al tanto sobre todo lo nuevo que se hacía, lo que se estaba escribiendo o rodando y saldría en los próximos meses.

Y hace poco, en una conversación hablando de series, alguien me preguntaba si había visto algunos títulos específicos. Obviamente, después de todo el tiempo que dedico a visionar cosas “que me obligo a mí mismo”, me llena de satisfacción que alguien me pregunte por series que sí he visto. También me llena de frustración que me mencionen diez títulos que no me suenan ni de lejos. Pero en el caso de ésta conversación, el 95 por ciento de las cosas que me mencionaban, habían pasado por mi retina.

Pero mi mirada vizqueó cuando mi interlocutor me dijo: “Cuando digo si has visto tal serie, me refiero a si la has visto ENTERA”. Ahí, el porcentaje disminuyó, al menos, hasta el 10 por ciento de los mismos títulos.

Y digo yo. ¿Hace falta ver una serie entera para conocerla? Todos sabemos que los capítulos de los seriales tienen una estructura fija (en la mayoría de las ocasiones) que se va a ir repitiendo capítulo a capítulo. De hecho, la estructura episódica de la serie es una de las cosas que se especifican en la biblia que hace el/los creador/es de la misma.

Yo, por ejemplo, no he visto entera Lost. Y aunque algunos de ustedes, si son fanáticos de este producto, puedan fusilarme con este comentario, lo diré… no pienso hacerlo. Vi una temporada y unos diez capítulos de la segunda. Para mí, eso fue suficiente. Quizá algún día vea el último… por curiosidad. Pero estoy convencido de que no haré el visionado completo nunca. ¿Y por eso no conozco cómo funciona Perdidos? Yo creo que sí. Me falta mucho de la historia, de la toda la chicha que ha pasado de esa isla demoníaca. Pero creo que tengo una imagen perfectamente nítida sobre qué es y cómo funciona la serie.

Jack, Kate y Locke, de "Lost".

¿Ustedes qué opinan? Se aceptan series imprescindibles e infumables. Pasen y comenten.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Elige tú mi próximo proyecto

Llevo un rato leyendo mis anteriores entradas para ver qué demonios voy a publicar en esta. Y me he dado cuenta que hay algunos posts en los que os menciono proyectos de los que os digo: “seguiré informando en próximas entradas”. Pero después nunca os digo nada más.

Vale, que lo mismo me estoy precipitando y lo he hecho sólo con algunas cosillas… a fin de cuentas llevo tomándome este blog en serio desde finales de agosto, más o menos. Desde que comencé a publicar dos entradas por semana. Pero aún así me sabe mal. Y no sólo me sabe mal decir “os voy a contar” y luego no hacerlo. Me sabe mal el no centrarme en un proyecto concreto. Y a eso es a lo que voy.

Al final de esta entrada, os decía que tenía en la cabeza un espectáculo para teatro muy guapo. Esto me recuerda a mi amigo Juanlu, cuando en los trabajos de la facultad no hacía su parte y nos decía: “Pero lo tengo todo en la cabeza tío, eso ahora lo único que tengo que hacer es proyectarlo en el papel”. Pues a mí me pasa lo mismo, ese espectáculo sigue en mi cabeza. Pero aún no ha pasado al papel.

Y la duda que os propongo es muy sencilla. De hecho espero que me ayudéis a través de los comentarios (aunque basta que uno diga esto para que no comente ni el Tato, yo me voy a arriesgar). La duda es la siguiente: ¿en qué me debo centrar?

Aquí estoy yo ahora mismo.

¿Debo desarrollar mi espectáculo de teatro, a pesar de que lo concibo para interpretarlo yo mismo como actor y a mí no me conoce ni el Tato (¡Ay amigo Tato!… ¡qué socorrido eres!) por lo cuál las posibilidades de actuaciones y, por ende, de vivir del espectáculo serán muy limitadas? Sé que la pregunta es larguilla, si te hace falta léela otra vez, anda.

Vamos a por otra: ¿O quizá debería centrarme en desarrollar nuevas ideas con las que escribir mi segundo largometraje?

Elija lo que elija, lo tendría que compaginar con:

- Continuar escribiendo gags cómicos para llevar a los bares cada noche en mi espectáculo de monólogos.

- Continuar trabajando en dos grupos de teatro como actor.

- Continuar (o más bien empezar) con la dirección de una obra de teatro. ¡Ah! ¿Que esto no os lo he contado todavía? Os informaré en próximos posts…

Pues es eso, más o menos. Sé que muchas veces publico entradas en las que parece que estoy peleado con el mundo. Pero de verdad os digo que no es así. Simplemente necesito de vuestra voz aconsejadora para que me digáis qué haríais vosotros en mi lugar. Aunque, como muy bien dice Jorge Bucay, cuando alguien da un consejo, el que lo recibe tiene dos opciones: tomarlo, o no tomarlo. Es una manera muy fina de decir: “Decidme lo que hago, que ya luego yo haré lo que a mí me de la gana…”.

En estos momentos siento que estoy en el sitio en el que llevo mucho tiempo queriendo estar: no tengo más que escribir. Pero ahora mismo es como cuando de pequeño leíamos aquellos libros de "Elige tu propia aventura". ¿Te acuerdas? “Si quieres que siga avanzando por el bosque… vete a la página 38”.

En vuestras manos, igual que en aquellos libros, pongo la carrera de un guionista.

Actualización: Acabo de encontrar este cortometraje en el que la historia transcurre, precisamente, como en los libros de "Elige tu propia aventura". El corto se llama La aventura de Rosa y está escrito y dirigido por Ángela Armero. Disfrutadlo.


domingo, 5 de septiembre de 2010

El orgullo de ser guionista

En el capítulo trece de la tercera temporada de Rockefeller Plaza, el ejecutivo de la General Electric Jack Donaghy (interpretado magistralmente por Alec Baldwin) sale de cena con los guionistas del programa de televisión en el que se centra la trama de toda la serie. La conversación que se produce en el restaurante en el que los camareros atienden las mesas vestidos de Ninja, es la siguiente:

JACK DONAGHY

¡Qué bonito es tener un trabajo como el vuestro! Escribiendo chistes, haciendo que todo el mundo ría… jejeje. (Pausa) ¿Y vuestros padres a qué dicen que os dedicáis?

DOSPOR

Cirujano.

JOSH

Optometrista.

LUTZ

A nada.

FRANK

Nunca conocí a mi padre, así que me gusta decir que soy asesino.

Frank, Dospor y Lutz en una secuencia de la serie (aunque, obviamente, no es la que yo os detallaba antes).

Bien. Esto viene porque hoy os voy a contar algo que me sucedió al llegar a mi casa el viernes noche.

Estuve desde por la mañana temprano en Málaga, gestionando más papeles para que me expidan el título del último Máster Universitario que he cursado. Hice algunas otras gestiones y, al final, me llegó la hora del almuerzo allí. Comí con mi chica y después, cuando ella volvió a su trabajo, yo me fui a una biblioteca en la que me podía aprovechar de su wifi y estuve conectado un par de horas. Matando el tiempo, sobre todo, porque a las seis de la tarde tenía una reunión en una productora.

Durante la reunión me llaman por teléfono, porque soy un tío muy solicitado (léase desde la coma hasta el inicio del paréntesis con ironía, por favor). Me llama un amigo, mi hermano y un número que no tengo, en dos horas que duró la reunión. Cuando salí me encuentro una multa de aparcamiento en el parabrisas de mi coche.

Llego a casa y tenía que darme prisa, puesto que tenía el tiempo justo para ducharme, recoger de nuevo a mi novia e irnos juntos a una discoteca en la que yo actuaba esa noche con mi espectáculo de monólogos. En mi casa había gente de visita. Concretamente dos primos de la familia que suelen venir varias veces en semana. Llamémosles “visitas habituales”. Y fue ahí, en ese instante justo, el momento en el que sentí el inmenso orgullo de ser guionista. Porque mientras preparaba la ropa que me pondría después de la ducha y algunas otras cosas, entablé la siguiente conversación con mi madre.

JUANJE

Mamá, ¿no me preguntas qué tal me ha ido la reunión en la productora?

MADRE DE JUANJE

(Susurrando y mirando de reojo hacia el sofá) Deja, que ellos no tienen por qué enterarse.

Y entonces pensé que quizá mis padres les digan a las visitas que soy cirujano, optometrista… o asesino.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Papeles por dinero

Esta mañana he estado de papeleo. Yo mismo me extraño de lo bien que estoy cumpliendo con unos requisitos que considero muy inútiles para el trabajo de otras personas (papeles con los que seguramente se limpiarán el culo) y que yo entrego de manera tan ordenada y correcta. No es propio de mí. Soy más un tío de acción. Me van los papeles escritos a mano con letra fea y subrayados con amarillo fosforito. Papeles de esquinas dobladas y pintarrajeados con flechas y esquemas que se apelotonan por una parte y están casi vacíos por otra. Papeles que nadie entiende, sólo yo. Pero estoy viendo que cuando cumplo, cumplo. Aunque tengo que aclarar que esta marabunta de papeleo son informes que tengo que entregar para cobrar un trabajo ya realizado. Cuando de tu buen hacer en burocracia depende la pasta… la cosa cambia hasta para el tío más torpe y desastrado. Digo yo.

Mañana voy a seguir con el papeleo. Hoy he estado desde que me levanté. Tampoco he madrugado mucho. No he podido dormir en toda la noche y me he quedado frito a las siete y pico de la mañana. Me he levantado a las diez. Esta noche me ha dado tiempo de pensar en toda mi vida, haciendo cábalas, planes que seguramente nunca cumpla. Se me ocurren historias que luego el sueño formatea. Hay todo un mundo de ideas preciosas y precisas dentro de mi cabeza las noches en las que no puedo dormir. Pero luego, desafortunadamente… me duermo al alba. Mi cerebro reinicia y todo se ha ido a tomar por culo.

Después del papeleo un almuerzo bastante copioso. Mi madre no soporta que vaya perdiendo peso poco a poco. Lo que para mí va siendo un logro, curiosamente en ella se transforma en un sentimiento de culpa… ¿me desnutriré?.

Luego lo he rematado con un café en un bar con mi padre. Y ahora, apenas una hora para publicar esta entrada e irme a entrenar. Ah, sí. Es que no os lo he contado. Ahora practico un deporte nuevo (para mí): rugby. Y me está flipando mucho. Espero que me dure. Además con estos chavales lo pasaré teta, seguro.

Este fin de semana retomo los ensayos con mi grupo de teatro TrEnéTIcOs. Ya he retomado otros proyectos y comenzado algunos nuevos. El domingo os lo cuento todo. Hoy me apetecía una entrada así, más relajadita. Aunque si ves que no puedes esperar hasta el domingo, vente el viernes a las once de la noche a la Sala Oxo, en Coín. Allí ofreceré mi espectáculo de monólogos en directo (¡¡PUBLICIDAD, PUBLICIDAD, PUBLICIDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAADDDD!!).

Me voy, que tengo que estrenar mis botas nuevas. Pero no sin antes poneros un vídeo, que le estoy cogiendo el gustillo a esto. A las dos cosas: a publicar videos y este deporte: