Muchos de vosotros os habéis interesado por mi trabajo, a raíz de la última entrada que publiqué aquí. Algunos me habéis preguntado en comentarios, otros por correo electrónico e incluso algunos en persona. Así que os explico un poco mejor.
Resulta que después de una entrevista inicial, me seleccionaron. Después, de todos los que pasamos la selección, recibimos un “cursillo de formación” que fueron unas tres horitas el jueves por la tarde. Yo además, después de ese cursillo me fui pitando para Utrera porque tenía que actuar y, al día siguiente, teníamos el lanzamiento como comerciales.
Os explico. El lanzamiento es algo que hace la empresa para asegurarse de que somos buenos en el trabajo que nos estaban ofreciendo que, como dije en los comentarios de la entrada anterior, se trata de vender tarjetas de crédito en un centro comercial. Tenemos dos horas para hacer una venta. Quien lo consigue, está contratado. Quién no, pues gracias por interesarte en trabajar con nosotros.
Pues bien amigos, yo no lo conseguí. Por problemas con el tráfico, llegué media hora tarde a mi lanzamiento, con lo cual sólo pude hacer una hora y media. Y en ese tiempo, no conseguí hacer ninguna venta. No por falta de tiempo, porque en esa media hora de retraso, un compañero ya la había hecho y se había marchado. Ni por falta de empeño, pues pude parar a setenta personas por minuto y explicarles en qué consistía la promoción. Pero no hubo suerte.
El caso es que deberían haberme largado. Pero la jefa me dijo que había visto en mí empeño y ganas de conseguir el trabajo, sólo la mala suerte me impidió superar la prueba. Así que decidió darme otra oportunidad. Me dijo que, si yo quería, podía tener otras dos horas de lanzamiento el lunes por la mañana para volver a intentarlo. Si lo lograba, en ese mismo momento me daban de alta y comenzaba a trabajar el mismo lunes o al día siguiente. También me dijo que si yo no quería volver a intentarlo, era mi decisión. Así que dentro de lo malo, no tuve lo peor.
Y, sinceramente, a estas horas del domingo por la noche, no sé qué hacer. Lo más seguro es que mañana vaya y lo intente de nuevo. Pero conseguir este trabajo me coarta de muchas formas. Me quita horas para escribir gags que me lleven a renovar mi repertorio de monólogos por los bares, cuando en octubre y noviembre, las actuaciones me van a dejar un sueldecito digno. También me quita horas para escribir ficción, y para preparar otras cosas en las que estoy involucrado: dirección de una obra de teatro, construcción de personajes en otras dos obras, prácticas del permiso A2 para motocicletas…
Yo, meditando sobre qué hacer con mi vida laboral.
Sé a lo que suena esto. Muchos de vosotros ahora estaréis pensando que quizá, si estoy en esta tesitura, es porque no me haga mucha falta el trabajo. Parece que no muestro interés por él. Pero yo lo veo todo muy complicado. Es como si tuviera mil objetivos distintos y no me diera tiempo a centrarme en ninguno de ellos. Y lo peor de todo es que no puedo hacer algo tan español como echarle la culpa a otro. La culpa de esta auténtica bipolaridad que me hace querer una cosa distinta cada cinco minutos es únicamente mía.
En fin, en eso estamos. Con este resumen de mi personal cacao mental os dejo hasta el miércoles que viene. Quizá para entonces ya se hayan aclarado muchas cosas. O quizá no. Who knows?
3 comentarios:
Quien algo quiere, algo le cuesta. Valora lo que pierdes renunciando al trabajo. Y no sólo me refiero al dinero, sino a una serie de capacidades que desarrollas con una obligación impuesta (aka "empleo"). En las malas rachas, a veces el aire no se deja respirar cuando es de lo único que vives.
Dicho esto, mi consejo es: Haz lo que debas. Esto es: lo que quieras.
Un abrazo desde Barcelona
V
Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.
Yo que tú seguiría dedicado a lo tuyo, y como bien dices, de momento estos meses vienen cargaditos de actuaciones que te van a dejar un sueldecito. Trabajo de comercial nunca falta...
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